Estoy seguro de que no soy el único que cree que esa definición se adapta a su forma de ser, ni mucho menos. Un mártir, para que nos entendamos, es cualquiera que se come los marrones de los otros, y encima lo hace con una sonrisa. Y, en realidad, si lo haces voluntariamente y no recibes lo mismo a cambio simplemente es que eres gilipollas. Pues llevo bastante tiempo sintiéndome gilipollas.