Leed toda la fábula o, por lo menos, la moraleja que os explico al final, porque creo que es importante y quizá mucha gente lleva toda su vida sin planteárselo.
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"Hace tiempo (pues unos cuantos siglos, como se suele decir en estos casos), en un bosque de vete tú a saber dónde, vivían apaciblemente un conejo y una zarigüeya. El conejo se esforzaba todo el día para conseguir comida, buscaba sitios para pasar la noche e intentaba hacer la vida más fácil a su amigo, así como a sí mismo. La zarigüeya, por otro lado, era muy vago. De vez en cuando hacía algún tipo de esfuerzo para que tanto él como el conejo pudieran ir tirando, pero al final era su compañero el que se encargaba de lo importante.
Al conejo no le importaba trabajar. Le gustaba, realmente. Hacer su parte y la de la zarigüeya era muy pesado a veces, la verdad; pero él prefería seguir a su aire. La zarigüeya seguía haciendo cosas de vez en cuando: buscar algún fruto, alguna hoja grande para no pasar frío por las noches... Pero al final acababan siendo lo que podríamos llamar tareas complementarias, no básicas.
Un día, unos montañeros que habían hecho una acampada la noche anterior, dejaron su fuego de campo a la intemperie y, con el viento, volcó. Así, una parte del monte donde estaba el bosque se incendió. Ellos estaban allí, y empezaron a correr sin parar, colina abajo, para evitar el fuego, que se iba extendiendo rápidamente. Durante su huída, el conejo vislumbró una suerte de cueva. Entraron sin perder tiempo y vieron que, por suerte, parecía una especie de madriguera abandonada y había bastante comida en el fondo.
El fuego no cesó durante semanas. No llovía, nadie venía a apagarlo, no dejaba de consumir decenas y decenas de árboles y arbustos... Parecía imparable.
Los dos pobres animales, a su vez, no podían hacer otra cosa que permanecer dentro de la cueva y comer lo que tenían, que se iba esfumando con el paso de las horas. En cuanto se acabó la comida, el conejo propuso como medida desesperada (y, por otra parte, lógica) el ir a buscar lo que pudieran de los arbustos que aún no habían sido completamente calcinados. Pero a la zarigüeya, que comía bastante menos, no le salía a cuenta. No quería encontrarse con ningún peligro, ningún fuego o animal encabritado que pudiese hacerle daño. Prefería que el conejo saliera por su cuenta y trajese lo que pudiera, aunque fuera menos.
Esa actitud desprecoupada e incluso egoísta hizo enfadar mucho al conejo. Harto de que la zarigüeya se limitara a estar ahí para comer lo que él traía, le cantó las cuarenta y se fue, enfadado.
La zarigüeya no sabía muy bien por qué se había enfadado el conejo y pasó días sólo, preguntándose qué le había pasado, arrepintiéndose de no haber hecho algo más para ayudar en la convivencia con un amigo así.
Una mañana, la zarigüeya ya no tenía fuerzas ni para levantarse. Abrió los ojos y, casi como si de un espejismo se tratase, vio un montón de comida en la entrada de la cueva. Había tanta que prácticamente podía sobrevivir medio año o más comiendo él sólo. Pero entonces se dio cuenta: ¿quién había traído toda esa comida? Y un escalofrío le recorrió la espalda.
Asomó la cabeza y cerca de la entrada vio a su amigo el conejo tumbado, al lado de la comida. Se acercó, eufórico, para darle las gracias y disculparse. Pero el conejo no respondía, parecía estar dormido. La zarigüeya, al zarandearlo para despertarlo de su sueño, le dio la vuelta y encontró una herida de zarpa en el pecho del conejo. Profunda, sanguinolienta y contundente. El conejo estaba muerto.
La zarigüeya pudo sobrevivir y con los años aprendió a vivir por sí mismo, pero nunca pudo olvidar que su gran amigo, aquél al que él menospreció y no valoró lo suficiente antes de que pasara a mejor vida, sufrió lo indecible por él. Toda su vida deseó haber podido cumplir sólo una cosa: hacer por su amigo tanto como este había hecho por él."
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La moraleja, por si alguien no lo ha entendido, es que siempre hay que valorar lo que las personas de tu alrededor hacen por ti. Puede que no lo veas como algo importante, puede que no creas que sea para tanto; pero puede que haya gente que se esté esforzando para que tú estés bien aunque ellos estén hundidos. Gente que se esfuerza por hacerte reír por la tarde mientras ellos pasan las noches llorando en su soledad. El conejo prefirió llegar a la cueva agonizando, cargando con toda la comida (que podría haberse comido él perfectamente para recuperar fuerzas) para asegurarse de que su amigo estaba bien antes que mirar por sus propios intereses.
Aunque parezca una exageración, os aseguro que todos tenemos amigos así.
Yo lo valoro mucho. ¿Y vosotros?
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