lunes, 13 de febrero de 2017
Amor
Es como si la lluvia ni siquiera llegara a mi piel. Como si el cielo nocturno de la ciudad fuera a estar así para siempre. Tan oscuro. Tan negro. Tan contrario al blanco del vestido que llevabas hoy.
Estabas radiante, Marina. El recogido, el rostro sin maquillar y esa sonrisa que hace que tus ojos brillen como si fueran dos zafiros recién tallados. La que has tenido desde secundaria, cuando viniste corriendo a decirme que te habían quitado los aparatos, casi llorando de pura alegría. De algún modo siempre pensé que podría levantarme cada mañana contemplando esa mirada por la que perdía el norte cada mañana al llegar a clase. Y de algún modo me equivoqué.
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