lunes, 13 de febrero de 2017

Amor


 Es como si la lluvia ni siquiera llegara a mi piel. Como si el cielo nocturno de la ciudad fuera a estar así para siempre. Tan oscuro. Tan negro. Tan contrario al blanco del vestido que llevabas hoy.

Estabas radiante, Marina. El recogido, el rostro sin maquillar y esa sonrisa que hace que tus ojos brillen como si fueran dos zafiros recién tallados. La que has tenido desde secundaria, cuando viniste corriendo a decirme que te habían quitado los aparatos, casi llorando de pura alegría. De algún modo siempre pensé que podría levantarme cada mañana contemplando esa mirada por la que perdía el norte cada mañana al llegar a clase. Y de algún modo me equivoqué.

Y que hayas insistido en que esta misma semana me llamarás para charlar un rato, aun estando en tu luna de miel, es increíble. No entiendo cómo un comentario que me ha despertado tantas risas contigo hace unas horas pueda llegar a ser, ahora, tan doloroso.


Las luces de los bares empiezan a apagarse. Sinceramente, no sé a dónde ir. Siento como si el mundo entero me obligara a andar, a pensar, a llorar. Siento como si todo aquello que me había ayudado a seguir adelante hasta ahora se estuviera desmoronando.

Me alegro de que no haya nadie divagando por las calles a estas horas. Nunca me ha gustado que me vean llorar. De cualquier modo, estoy demasiado acostumbrado a tenerte a ti para secarme las lágrimas y abrazarme cuando la vida parece estar ensañándose conmigo. Ya no tengo la fuerza que me daba ver tus mejillas sonrojadas por el frío mientras intentabas contagiarme una sonrisa que hacía que cualquier herida pareciera un rasguño sin importancia.

Creo estar condenado a que seas lo primero en lo que piense cada día, porque esa ha sido mi bendición hasta ahora.

Es curioso. Saber que puedo confiar en que la persona con la que vas a compartir el resto de tu vida te va a cuidar bien no es algo que me deje tranquilo, o algo que me haga feliz. Daría mi vida por evitarte cualquier disgusto que el destino pueda depararte, pero que vaya a ser otro el que te aleje de esos males, por muy bien que lo haga, me hace experimentar sensaciones que no creía ni que existieran.

Supongo que lo único que puedo hacer es darte las gracias por no dejarme caer nunca, por confiar en mí pasara lo que pasara, por ser la parte de mi vida que de verdad hacía que esta valiera la pena.

Supongo que es lo que me toca vivir.

Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario