miércoles, 30 de septiembre de 2015

Los 15 minutos

Quince minutos, cada mañana. Cada día. Recién levantado, el mundo vuelve a sus ojos con un brillo oscuro, lúgubre. Un nuevo día que sin embargo no esperaba con ansias, igual que todos los demás días.

Se sienta en la cama, intentando espabilarse, y se seca los ojos, humedecidos por horas y horas de sueños indeseados. Estira los brazos sin levantarlos: le faltan las fuerzas. No sabe por qué, pero sus movimientos no acusan ni un ápice de vitalidad. Al fin y al cabo, tener vitalidad implica sentirse vivo.

13 minutos

martes, 29 de septiembre de 2015

Luna

Salió de casa y se adentró en el bosque. Sin rumbo, sin objetivo; salió por salir. Las cuatro paredes de su casa no hacían más que recordarle lo que era. 'Polvo', se decía a si mismo, recordando el proverbio latino que había aprendido días antes en clase. Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris. No sabía muy bien por qué recordaba aquella frase, pero le removió. 'Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo regresarás' se repetía en voz baja, sin alzar la vista, mientras caminaba.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

La fábula que me acabo de inventar

Leed toda la fábula o, por lo menos, la moraleja que os explico al final, porque creo que es importante y quizá mucha gente lleva toda su vida sin planteárselo.


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"Hace tiempo (pues unos cuantos siglos, como se suele decir en estos casos), en un bosque de vete tú a saber dónde, vivían apaciblemente un conejo y una zarigüeya. El conejo se esforzaba todo el día para conseguir comida, buscaba sitios para pasar la noche e intentaba hacer la vida más fácil a su amigo, así como a sí mismo. La zarigüeya, por otro lado, era muy vago. De vez en cuando hacía algún tipo de esfuerzo para que tanto él como el conejo pudieran ir tirando, pero al final era su compañero el que se encargaba de lo importante.