viernes, 8 de enero de 2016

Desde mi soledad

Sabes que estás al borde del abismo cuando lo que algunos llaman "bajón puntual" es en realidad tu estado de ánimo habitual. A veces te distraes y parece que ya no está ahí, pero cuando menos te lo esperas te llega otro mazazo que te deja vacío, sólo y sin fuerzas para apretar el puño y llorar al mismo tiempo.

"¿Tiene solución?" Sin duda. "¿Depende de mí?" En absoluto.

La soledad, ya sea por temas de amistad, por temas de familia o por temas de amor, no es una forma de estar, una situación; no. La soledad es un sentimiento que te hace ver el mundo sin color y que nunca sabes cuándo va a desaparecer. El mundo entero se propondrá tumbarte con cada paso que des, y lo peor no será el dolor que eso te provoque.

Lo peor será que no podrás rendirte.

Acabarás sin fuerzas para enfrentarte a ti mismo, a la vida o a tus debilidades. Acabarás completamente vacío. Acabarás exhausto, planteándote entre lágrimas y brotes de furia el porqué de ese castigo, el porqué de que debas ser tú el mártir que sufra tan inclemente dolor.

Y no, no hay respuesta. 

No hay respuesta porque la vida es un auténtico caos que puede elevarte a las nubes para justo después hundirte bajo tierra, en cuestión de segundos. Es como una racha de viento que puede hacerte sentir una suave brisa que reconforte tu alma para luego atacarte con un torrente de aire helado que acabe agrietando tu piel, dejándola desolada, dolorida y enrojecida.

El problema viene cuando, después de una racha de viento helado, la brisa ya no es suficiente. Y la piel no sana.

El tiempo puede parecer una solución, y para algunos puede serlo. Para otros, en cambio, el tiempo no es más que otro enemigo que puede hacer que tu tristeza y tu soledad no sólo parezcan inacabables, sino que además cada día que pase se impregnen más en tu piel, en tus huesos; en tu ser.

Esto puede llevarte a enterrar todo sentimiento para intentar evitar que cada noche acabes en las profundidades de tu mente y, sobretodo, de tus deseos.

¿Funciona? En absoluto.
 ¿Te destroza aún más? Por supuesto.

Te destroza porque es como una bomba de relojería, aunque empieza a resultarme repetitiva dicha expresión.

Los sentimientos no son algo material. No son algo que ocupen un lugar físico y, por lo tanto, pueden disminuir o crecer hasta límites insospechados. Al contrario de lo que podría parecer, el factor que hace que sean realmente gigantes es, de hecho, reprimirlos.

Esto es fácil de entender. Imaginad que vuestros padres se han pasado un año pagando vuestro curso académico y van muy justos de dinero. Para pagarlo, incluso han cancelado un viaje que llevan deseando (y mereciéndose) más de veinte años y que iban a hacer en verano. El último día de clase os dan el boletín de notas: TODO sobresalientes, por lo que, casi como un milagro, te informan de que a tu familia se le dará una beca con la que recuperaréis todo el dinero que habéis gastado. Así, llegas a casa eufórico, para decirles a tus padres que podrán hacer el anhelado viaje en verano, y hasta con todos los gastos pagados si quieren. Sin embargo, tus padres no están.

Tu madre ha dejado una nota: llegarán por la noche ya que les han doblado el turno en el trabajo.

¿Cómo os sentiríais durante esas seis, siete, ocho horas? ¿Acaso no estaríais cada vez más impacientes por soltar esa alegría dando la buena noticia?

Reprimir esa alegría al no haber nadie con quién celebrar sólo sirve, en realidad, para que crezca de forma desmesurada.

Pues ahora imaginad que esa alegría es una tristeza y un sentimiento de vacío absolutos. Emociones que nacen del más profundo interior de las personas, igual que la alegría. ¿No creéis que tendría la misma 'potencia'? O incluso más. Mucha más.

Demasiada.

La alegría es una explosión de emociones, por lo que acaba desapareciendo una vez que esa explosión acaba; la soledad, la tristeza y el vacío, en cambio, son lo contrario: una implosión. Una nube de problemas y frustraciones que cada vez es mayor y no se libera. Puede desaparecer, en parte, con el tiempo; pero siempre sabes que esos sentimientos han pasado a formar parte de ti, dejando una marca que ya es imborrable aunque queramos ignorarla.

No hay forma de deshacerse de tales sentimientos, por desgracia. En vez de eso, las personas hemos aprendido a aceptarlos. Aprender a vivir con ellos es lo único que puede ayudarnos a controlarlos y no dejar que nos controlen ellos a nosotros.

"Yo no soy capaz de hacerlo." 

Muchos, prácticamente todos, nos hemos dicho algo parecido. Yo no soy ningún gurú ni estoy escribiendo un libro de autoayuda, así que no voy a intentar demostraros que tenéis algún tipo de fuerza especial en vuestro interior ni nada por el estilo, pero tampoco me hace falta. 

Todo el mundo sabe que el ser humano tiene muchos, muchísimos defectos, pero que a la vez podemos asegurar que nacemos con un ímpetu que puede ser imparable y que, por puro orgullo, nos hace enfrentarnos a cualquier situación. No me podéis negar, por ejemplo, que alguna vez os habéis encontrado ante un problema desesperante que con paciencia y esfuerzo habéis logrado solucionar. A TODOS nos ha pasado, así que sabéis que tengo razón. No es 'fuerza mística' ni tonterías: es testarudez.

Por desgracia, no siempre se puede ser fuerte; eso también lo sabemos todos.

Pero eso no significa que debamos dejar de intentarlo. 

En mi caso es el sentimiento de soledad el que no ha dejado de poner a prueba esa fuerza, pero todo esto puede extrapolarse a cualquier problema o emoción que no os deje disfrutar de vuestro día a día.

Y sí, yo he luchado contra ello, como os recomendaba hacer tres párrafos por encima de este. Por desgracia, yo no he sido capaz de deshacerme de tal sentimiento. 



La soledad no es sólo psicológica. Es real.

Es dolorosa y rotundamente real.

Quizá no es objetiva, pero sí real. Es decir, quizá para alguien que observa tu día a día desde fuera no estás solo. Quizá ve como la gente de tu alrededor te valora, te saluda cada día. Pero no puede ver que no es eso lo que tú necesitas.

Quizá necesitas encontrar un amigo que de verdad sea como tú.

Quizá necesitas ilusionarte con nuevos proyectos o con algún grupo que comparta tus gustos y te haga sentirte querido, integrado y feliz.

Quizá necesitas enamorarte, ver color en el mundo de nuevo.

"Quizá". Lo único seguro es que nada de eso depende de ti.

Y quizá eso último acabe por volverte loco. 





Iba a seguir escribiendo, pero creo que no tengo nada más que decir sobre este tema por ahora. Es una herida que va a seguir abierta y sangrando escriba lo que escriba y leáis lo que leáis. Mi único propósito era intentar plasmar mis sentimientos, quizá por comprobar si de verdad había llegado a lo más hondo de mi vacío.

Ya no sé si la vida es injusta o si simplemente estoy recibiendo lo que me toca. Me esfuerzo por ser la mejor persona que puedo llegar a ser, intento ayudar en lo que puedo, siempre estoy ahí. 

¿Mi recompensa? Sentir como mi ser se desgarra cada vez que pienso en cómo desearía estar y lo comparo con cómo estoy actualmente. 


La peor condena no es tener que vivir sin lo que más deseas en el mundo; la peor condena es saber que tienes fuerza suficiente para aguantar viviendo sin ello.






No hay comentarios:

Publicar un comentario