sábado, 10 de septiembre de 2016

10/09/16 - Sonido de lluvia


No lo entiendo. Escucho la lluvia repiquetear contra la ventana y es como si estuviera rodeado de mi propia alma. Los truenos, a lo lejos, se me antojan conocidos también. No sé si será por mi propia imaginación, que los relaciona con mis frustraciones, o porque de verdad están ahí por algún motivo que se aleja de la casualidad. Todo lo que hay delante de esa ventana soy yo.


No entiendo por qué me siento así. Ni siquiera es esa asquerosa sensación de impotencia que sentía hace meses y que, por suerte, logré superar. Es algo distinto. No sé si distinto, pero sí desconocido. Me siento bien, soy feliz con lo que tengo pero ¿es que acaso necesito algo más y mi propio ser lo sabe? ¿O es solo el eco de un dolor que me abandonó hace tiempo? No tengo ni idea de qué me pasa. Mi reflejo en la ventana tampoco me da muchas pistas; está tan confuso como yo.

Quizá es frustración pura y dura. Es probable, la verdad. Siento como si mi cabeza se estuviera preparando para sus últimos segundos antes de explotar sin más. Pero nunca lo hace, nunca explota. Y yo tampoco. ¿Por qué? En serio, ¿es que no me hace falta explotar o es que lo evito de forma inconsciente, como si buscara no repetir errores del pasado? Sea una cosa u otra, no exploto. Estoy bien, estoy mal, estoy en el limbo de las emociones; pero no exploto.

Y por otra parte, no hay nadie que me tienda una mano. No quiero pedirla, pero sí recibirla. Y no, no es orgullo. Es pena. Pena por mí mismo, supongo, pero pena. “¿Otra vez igual? ¿De bajón?”. Y quizá sí, de bajón, pero no puedo evitarlo. Puede parecer una tontería de niño caprichoso que se queja por todo, pero no lo es. Básicamente, porque he aprendido a no quejarme. Tengo lo que tengo, lo sé y lo acepto; vivo con ello. No es eso.

Las cuatro paredes que me dan la máxima seguridad son las mismas que me recuerdan lo vacías que pueden estar las veinticuatro horas de un día. Una partida, un rato de vídeos, internet, dibujos… Pero, al final, ¿qué? Siempre acabo encontrando ese rato muerto que me desmonta por dentro. Y no es algo crítico, para mí no deja todo de tener sentido cuando llego a ese punto –ni mucho menos-, pero no sé cómo reaccionar. Simplemente es que lo único que me veo capaz de hacer es estar en mi habitación.

En mi habitación; sólo, aburrido y frustrado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario